viernes, 4 de enero de 2013

CAPITULO 2 - Pagina 1

Tras una noche de lo más movida fui a la cama y descanse, no paraba de tener pesadillas sobre todo lo que ocurrió, tras tantos años no había conseguido desvelar casi nada de aquel caso, ¿acaso todos estos años no sirvieron para nada?
Decidí levantarme e irme a la ducha, una ducha fría me hizo pensar con más claridad, debía ir ahora a la estación y llegar antes de mediodía a la ciudad de Cáceres, desayuné, recogí el equipaje que tenia que llevar en una gran mochila y fui a la estación.
La estación estaba abriendo, pedí los billetes para el AVE que me llevase desde Sevilla hasta Cáceres.
- A que hora sale el tren señorita? - pregunte con cierta incertidumbre y bajo el efecto del insomnio que intente paliar con el café.
- Le quedan a usted 30 minutos señor, puede ir a la cafetería y tomarse el desayuno si así lo precisa. - dijo la mujer con una voz muy dulce.
Me acerque a la cafetería para pedir un Redbull, me quede en la parada esperando la llegada del AVE...mientras pensaba en todo lo que había ocurrido hasta entonces, todos estos años, reencontrarse con la ciudad...

 - Señor, ¿usted tiene el ticket para entrar? ¡¡Señor!! - grito uno de los pasajeros que me despertaba de mis pensamientos
- Si, perdone - dije mientras subía al tren...
En unas horas llegue a la ciudad, pasar por los paisajes de Extremadura me recordaba a mi infancia y adolescencia...había pasado mucho tiempo..pasaron horas...Y llegue a mi ciudad.
- Vaya..nada ha cambiado en esta vieja ciudad, debería ir cuanto antes a la casa de mi primo, no tengo tiempo que perder - dije casi susurrando
Cuando estaba dispuesto a cruzar por la Plaza Mayor, una multitud me impidió el paso, no entendía que pasaba para que hubiera tanta gente agolpada a las calles.
- ¿Me permite? Si, perdón...el niño...vale ya esta, gracias y perdón - dije mientras pasaba entre la multitud para ver que era lo que se avecinaba. De repente y sin quererlo vi un enorme paso de Semana Santa, se oían al vuelo unas cornetas y unos tambores.
- No me jodas que estamos en... - dije poco antes de ser interrumpido por un señor vestido de nazareno con gran capirote
- Señor no puede estar aquí sin autorización, debe abandonar la fila y volver a su puesto de público si así lo desea - dijo el Capirote sin apenas mirarme.
- A la orden, señoría... - dije vacilando al capirote mientras abandonaba el desfile procesional por la parte contraria mientras era la comidilla en la boca de las señoras mayores que veían el desfile.
- Sin duda han cambiado los tiempo pero sigo metiéndome en los mismos líos absurdos - dije intranquilo. No es hora de bromas, me espera alguien. - dije volviendo a ponerme serio
Fui corriendo a la casa de mi primo, eran las 12:30 horas pero apenas vi la hora, me importaba llegar a mi destino tras tantos km.
- ¿¡Mierda que casa era, la 34 o la 35!? -  dije impotente al no recordar si quiera la casa en la que íbamos cada Navidad con toda la familia a vernos, yo tenia al igual que todos una llave, pero cuando mi primo se hizo el dueño de la casa junto a mi, yo guarde la llave y el nº de la puerta, tendría que estar en algún sitio de mi ligero equipaje.
- ¡Aqui esta! - dije al ver la llave.
Abrí la cerradura y entre, estaba todo muy colocado y muy limpio, al entrar se dejaron de oír los ruidos de cornetas y tambores de la lejanía, ahora solo se oían jadeos y gritos de una mujer.
- Estas ahí primo ¿pasa algo? - dije con un sonoro grito que retumbo por toda la lujosa casa.
De golpe ceso los gritos de la mujer y los jadeos, solo una voz masculina se oía, de las escaleras que conectaban el piso de arriba con el de abajo salio una silueta muy conocida con una toalla alrededor de su cintura.
- Sergio...¿eres tú? - dijo el chaval atónito