martes, 10 de agosto de 2010

Noche de San Juan - Leyenda

En la Noche de San Juan, paso una historia que les voy a contar.

Una joven, hija de la Luna, guapa, de unos 20 y tantos años de pelo negro azabache rizado se caso con un Emperador, el nombre de ellos dos ha ido variando según la historia...

Era tan guapa que pintores de toda España querían pintarla, uno en especial, de cuyo nombre no me quiero acordar quiso pintar a esta chica vestida de Blanco, ese pintor era el amante de la Princesa.

Una noche, la noche de San Juan este pintor se acostó con la princesa, se oyeron ruidos en la alcoba de la dulce princesa, el Emperador entro pensando que era un ladrón...pobre hombre lo que se encontró...cogió su espada y empezó a romper todo mientras el pintor huía, cogió el pintor entonces una espada, desenvaino la espada y se reto contra el emperador...

Una lucha, dos hombres, una sola mujer, un duelo impactante, cuando parecía que todo iba a acabar, el amante en un acto de proteger a la princesa, ese descuido...ese momento, la espada atravesó las cortinas blancas como la cal y el pobre espadachín cayó de bruces contra el suelo, malherido con nulas esperanzas de vida...

Esa noche la princesa cerro todo y quiso invocar a su madre la Luna para que le volviera a la vida, al ver esto el emperador se enojo más todavía y mando a la Santa Inquisición.
El fin estaba cerca para la dulce princesa...

Huyo a la Torre Bujaco para ver todo lo que tuvo y ha perdido por un amante...allí los monjes y guardias la apresaron, la llevaron por las empedradas calles, caminando lentamente, como si no quisiera andar mas, se clavaban como cuchillos las piedras de la parte antigua, el fin estaba cerca...

En los Adarves se cayó y se volvió a levantar, en Santa María tañían las campanas en duelo por la mocita.
En la Plaza Mayor, en un principio todo estaba preparado para la Noche de San Juan con la hoguera, en ella ahora participaría la bella princesa...

Ataron a la princesa al madero de pies y manos y en un segundo, en sus ojos negros se vio el reflejo del fuego que la quemaba, llorando murmuraba su desdicha, se maldecia...pero ya de nada servía...el libro de la princesa y ella fueron quemadas en el puro fuego.

En la soledad y al frió de la ya terminada noche de san Juan en la Plaza Mayor un hombre se acerco y cayó de rodillas al suelo al ver a su amada envuelta cenizas, el pintor se lamento y hoy se oyen sus lamentos por las calles en la Noche de San Juan.